En muchas ocasiones, oímos a personas decir que, a pesar de ser engañadas o maltratadas, ellas les perdonan eso a sus pareja por el hecho de que les aman.
Muchas personas, y más de las que sería bueno contar, son capaces de renunciar a sus propios sueños y metas, con tal de complacer a sus parejas.
Cuando renunciamos a nosotros, a nuestra independencia, renunciamos también a nuestra integridad emocional y física, renunciamos a nuestra dignidad.
Muchas personas creen que la dignidad es solo una palabra para clasificar lo valioso que somos, de una forma banal y carente de profundidad.
En realidad, la dignidad es la única cualidad del ser humano, que es completamente imperdible.
Una persona, puede ser privada de felicidad, libertad, paz, amor y muchas otras cosas, pero siempre tendrá un poco de dignidad dentro de sí, incluso en su más mínima expresión. ¿Sabes por qué?
Porque la dignidad es aquello que nos hace persona, y a no ser que alguien nos haga creer que somos un animal y estamos a merced de todas sus ocurrencias e ideas esclavistas, nuestra dignidad permanece ahí.
Es a dicha dignidad a la que debemos apelar cuando se trata de amar. Cuando la pareja nos hace atentar contra esta dignidad, estamos enfrentándonos a un problema delicado, y es que, el verdadero amor, no nos puede privar de nada de lo que realmente deseamos tener para nuestro bienestar y felicidad propia.
De lo contrario, no se consideraría amor, sino un dominio de una persona sobre otra.
Es así como surgen las relaciones tóxicas, carentes de amor real y predominantes de control y manipulación sobre el otro.
No renunciemos a nuestros sueños por otra persona, jamás y nunca. Porque esa persona, no nos los regalará cuando deseemos dormir tranquilos al saber, que pudimos alcanzarlos.