Debemos seguir creyendo en el amor, debes seguir dando confianza, debemos seguir siendo nosotros mismos, sin importar cuantas veces no han lastimado. No le demos el gusto de que nos cambie y nos haga una persona resentida de la vida. No dejes que unas cuantas personas malas te enseñen sobre la vida, cuando la realidad es otra.
Si nos encontramos haciendo el bien y no es bien recibido, no somos nosotros los que debemos de cambiar, no podemos volvernos indiferentes ante el dolor ajeno porque se nos dificulta prestar la ayuda necesaria.
No significa tampoco ir perdiendo nuestra dignidad, mucho menos se trata de obligar a otros lo que nosotros consideramos que está bien. Se trata de buscar la manera de hacer el bien y de no cambiar nuestra naturaleza por lo que recibimos de los que hemos tratado de ayudar.
Mantente con la consciencia tranquila, considerando que diste todo lo que pudiste para poder ayudar a alguien. Si esa persona no lo acepto, no es tu problema. Te esforzaste por darle lo que necesita y no quiso recibirlo, lo único que debes hacer es darte la vuelta y seguir por tu camino. No le brindes algo de lo que no quieren. Sigue manteniendo como eres, si esa persona no quiso hacerte caso es su problema, tu sigue dando ese apoyo incondicional que sabes dar muy bien.
No nos encontramos en la vida buscando reconocimientos, ya que la vida no actúa de forma directa, cuando sembramos el bien, no necesariamente la cosecha sale como uno quiere, pero siempre podemos obtener de vuelto lo que uno da.
Así que no dudes en dar de nosotros lo que nos haga sentir bien, mientras nosotros actuemos lo mejor posible, la vida nos sonreirá de la mejor manera y aunque las reacciones no son la que esperamos, de una u otra forma se nos otorgará el bienestar de lo que damos. Porque en la vida todo se basa en la ley de la acción y reacción. Así que da el bien para recibir el bien.