Lo di todo por ti, hasta lo más mínimo. Siempre me preocupaba porque tu estuvieras bien, tu felicidad siempre era más importante que la mía. Buscaba siempre la manera de poder complacerte para que nuestro amor creciera lleno de esa pasión y perseverancia.
Pero no puede crecer un amor, si sólo se esfuerza un lado. No puede existir el amor si sólo lo demuestra uno. Porque una relación se basa en el esfuerzo de ambos, en compartir ambas partes. En el amor mutuo, en la felicidad de las dos personas.
Porque el amor es comprensión, es respeto, es demostrar cuánto vale para esa persona. Y no tiene que ser con palabras, las acciones son mucho más significativas y demostrativas. Un simple abrazo, un beso inesperado, puede significar muchas cosas positivas en la relación.
Pero ni siquiera eso lo hacías tú. Siempre esperabas que yo lo hiciera todo, que fuera yo la que tiene que iniciar con el romance. Siempre era la que sacrificaba mis cosas para poder hacer lo que tú quieras. Y puede ser, que todo esto haya sido por mi culpa. Porque te malacostumbre a que lo tengas todo de mí, a sólo demostrarte cuanto te quiero, pero tu no. De repente indirectamente te di entender que sólo yo soy la que mantiene viva la llama del amor. Que depende de mí la estabilidad de esta relación.
Pues me cansé, no puedo seguir con una persona que no sabe valorar lo que hago. No puedo seguir con alguien que en verdad no me quiere. Porque si me quisiera me lo demostraría con pequeños detalles. Así no sea muy expresivo, vería la forma de demostrar ese amor.
No puedo estar con una persona que no le importo. Es tiempo de avanzar y decirle adiós. Llego el momento de encontrarme a mí misma y quien sabe en el camino poder encontrar una pareja que tenga las mismas ganas que yo, de luchar por una relación. Por seguir el camino del amor, ambos.
Es tiempo de dejarlo partir, aunque aún lo quiera. Pero tengo que entender que él no es para mí. Ya no existe el amor entre nosotros. Al menos por su parte se ha esfumado ese sentimiento. Y por amor a mí misma tengo que dejarlo ahí para poder encontrar mi camino y reponerme.
Seguiré adelante, hacia un ideal que se basa en mi felicidad. Esta relación me ha enseñado que es bueno darlo todo, pero no al punto de perder tu dignidad. Podemos arriesgarnos a amar, pero también a ser amado, manteniendo el respeto que nos tenemos a nosotros mismos y a quien queremos.