Cada uno de nosotros tiene una manera de relación, un patrón característico, aunque este sea extremadamente sensible a las circunstancias. Así, podemos comentar de personas con una clase de trato cercano y personas con un trato lejano. Seres que dan más rápido su confianza y personas a las que se les hace más difícil de dar. Pues bien, en otro contexto, también podemos mencionar de personas que amargan la vida y de otras, especialistas en endulzarla.
Con las últimas, al relacionarnos con ellas, es sencillo sentir que estamos escuchando la mejor de las melodías. Nos tratan de manera bien y saben usar las palabras pocos hirientes para hacer una crítica sin caer en la tentación de la falsedad. Son completamente sinceras, pero de forma sensible. Muy lejos de esas que amargan la vida.
“Personas que sutilmente te amargan la vida, ¿cómo son?”
Existen personas que nos llevan a pensar que son lo que mejor nos ha pasado en la vida, ya que nos dicen aquello que deseamos escuchar. Algunas veces, con sus elogios, buscan nuestra aprobación o que nos sintamos bien, incluso pueden hacer ambos cosas al mismo tiempo. Ya sea en cualquiera de los dos casos, cuando su discurso no es realmente sincero, sus actos les suelen engañar.
Es decir, una persona puede decirnos que somos muy buenos cuidando niños, pero si luego nunca nos deja jugar con los suyos… Por muy agradables que sean sus palabras, lo correcto es que con sus actos que nos hacen sentir. Aun así, en esos sucesos nos cuesta dejarlas a un lugar: a pesar de saber muy bien que sus palabras no son ciertas, podemos caer en la tentación de recrearnos en ellas.
Es como si por un momento olvidáramos esa herida que nos han ocasionado, porque sus palabras generan en nosotros una sensación de protección y confianza tan enorme que nos cuesta regresar a la realidad y entender que realmente están mintiendo.
“Cuando amargan la vida los mismos que endulzan el oído”
Si las palabras de una persona señalan a un lugar distinto a lo que lo hacen sus actos, es posible que finalice amargando la vida. A parte, también suele presentar los siguientes rasgos:
- Poco sincera. Cuando descubres la primera mentira, comienzas a sospechar que otros de los muchos hechos que te ha dicho quizás pueden no haber sucedido o que sus motivaciones son distintas a las que ha expuesto.
- No es espontánea. Engañar es difícil, se necesita de mucha memoria y de mucho auto-control.
- Lo que te hace sentir mal, para ella, solo queda en un segundo plano. Aunque le comentes los momentos en las que te sientes incomodo porque te desarrolla malestar su aptitud, no hace nada por ayudarte.
- Con sus palabras te hace sentir de que tienes la culpa, por no actuar como deberías según sus criterios. Se aprovecha de tu discurso, no dudando en manipularlo para ponerlo a su favor.
Los seres que te envuelven en sus palabras para aprovecharse de ti no merecen para nada la pena. Pero no todas las personas le echan azuzar en sus palabras de forma artificial; al contrario, hay muchas que creen con firmeza en lo que manifiestan cuando nos halagan.
“¿Cómo protegerte de quienes te amargan la vida?”
A veces es difícil saber cómo protegernos de aquellos seres que nos amargan la vida, pero estas son varias técnicas que nos pueden ayudar:
- Marcando límites.
- Confiando en ti.
- Valorándote.
Protegernos de personas que nos amargan la vida es nuestra completa responsabilidad.
“Ventajas de protegerte de quienes te amargan la vida endulzando tus oídos”
Cuidarnos de las personas que se ven encantadoras y es sólo un disfraz, nos ayuda a librarnos de su veneno. Estas son algunas de las ventajas de ponerles límites.
- Mayor tranquilidad.
- Liberar el estrés.
- Menor sensación de culpabilidad.
- Mayor seguridad.
- Incrementa nuestra autoestima.
- Potencias el autoconocimiento.
- Mayor armonía.
- Te concentras más en lo verdaderamente importante.
El autoconocimiento será tu compañero al momento de colocar límites a una persona que te endulza los oídos y te amarga la vida. Para nada permites que tu vida se transforme en un total infierno.