Nunca olvides la primera vez que nos vimos, la primera vez que nos hablamos, la primera vez que dijiste hola y yo, tartamudeando, te respondí con un “no sé”. Y es que, me puse tan nervioso, que mi cerebro se desconectó de mi lengua y lo único que sabía en ese momento, era que no sabía nada, así, como Aristóteles.
No te olvides de lo avergonzado que me sentí por responderte así. No te olvides de que, con gracia, te reíste y me preguntaste que si estaba bien. No te olvides, que ese fue el inicio de lo que hoy tenemos.
No te pediré que no olvides solo lo bueno, por favor, te lo pido, no olvides tampoco las peleas y las crisis, los conflictos y desacuerdos, pues ellos, también son parte de lo que tú y yo somos hoy.
No te olvides de que me olvido de las fechas importantes con facilidad. No te olvides de que tengo tantos defectos, que aun no entiendo cómo te enamoraste de mí. No te olvides de que mi corazón es tuyo, no te olvides, de que cada vez que late, pronuncia tu nombre.
No te olvides de invitarme a tus sueños. No te olvides que, solo hace unos meses, esa invitación era solo una fantasía. No te olvides que antes de conocerte, ya te estaba amando. Y por lo que más quiera, nunca olvides el día en que nos conocimos.