Hay una fábula que narra la historia de una rana presumida que rechazó con mucha soberbia a un sapo el cual consideraba poco para ella. Contaba también que más tarde la rana necesitó de la ayuda del sapo y que, con humildad, se vio obligada a pedirle perdón y a asumir que ella no era más que cualquier otro anfibio.
Lo que le paso a la rana es lo que le pasa a muchas personas o lo que puede pasarles todos en algún momento de nuestras vidas. Además, están tan acostumbradas a que su personalidad sea consentida que no se toman la molestia de disimularla.
La humildad equivale a tener la virtud de ser conscientes de las debilidades y limitaciones propias. Diccionario de la lengua española. Ser humilde se pone en contra de ser vanidoso, que va más allá del amor de uno mismo y la dignidad individual.
Momentos practicamos la humildad
Esta es un compartimiento que podemos generar en cualquier momento, así que la humildad se puede practicar en los siguientes momentos:
- Cuando comprendemos que todos tenemos nuestras experiencias y circunstancia dando por hecho que no podemos juzgar o criticar sin habernos puesto en el lugar de la persona.
- Cuando nos demos cuenta de nuestros errores y aprendamos a pedir perdón.
- Cuando somos libres para tomar decisiones, para escoger una dirección hacia un futuro u otro, pero dentro de unas limitaciones. Conocer cuáles son los defectos que nos detiene nos ayudará a superarlos humildemente.
- Dándole respeto hacia otras personas y aceptando cada una de las cosas que presenta un ser humano en una sociedad.
Una vez que sepas el valor de la humildad sabrás como controlarla por el resto de tu vida
La humildad tiene una gran valor que aquel que la recuerde siempre sabrá como mantenerla, ya que habrá encontrado armonía y paz en si mismo. A parte se estará aislando de la vanidad y de las cosas materiales.
La humildad logra perfección, que seamos amables y fraternales con nosotros, que busquemos a personas auténticas que nos amen de verdad, que valoremos el esfuerzo por encontrarlo lo que nos hará felices y que nos marchemos del ego…