Es algo complicado definir el amor puesto que el amor no tiene límites. Y ni siquiera en el amor la perfección existe. Sin embargo, lo ideal siempre es conseguir lo mejor, lo que nos haga sentir bien y nos de satisfacción.
Pero para disfrutar de un amor verdadero y pleno se requiere de un previo trabajo interno que puede resultar complicado. Para ello, tenemos que desprendernos de todas las ataduras que encierran nuestras ideas anteriores.
El hiper-apego, por ejemplo, o sea, la necesidad y dependencia del otro para realizarnos.
El amor verdadero, el pilar de nuestro bienestar
Un amor saludable NO es aquel con el que perdemos el norte, nuestra identidad y nuestras relaciones externas a esta por estar sumergidos en “cuidar” de un sentimiento que nos consume de a pocos. Un amor perfecto es el que no tiene problemas o que no discute, sino aquel que es capaz de solucionar sus diferencias o convivir con aquellos aspectos que son complicados de solucionar. Pero siempre ten en cuenta esto: Si no te amas no podrás amar.
El amor verdadero se construye a diario
Un amor verdadero se construye día a día sin horarios, sin leyes. Un amor leal no es aquel que no respeta tu intimidad sino aquel que no necesita saberlo, que no se le traiciona, al que no se hiere, al que no se abandona.
No se ciega y comprende tu pasado y tu presente. Es aquel que da seguridad y no miedos, el que en vez de dudas ofrece confianza.
La sinceridad se debe basar en el respeto de redescubrir cada día las virtudes y los defectos de nuestra pareja, de apreciar los pequeños detalles.
Un amor verdadero no requiere formar un equipo perfecto, sino uno fuerte y decidido.
Fuente: La mente es maravillosa