La relación que tuve contigo fue maravillosa, llena de satisfacción y alegrías en su momento. Fue un sentimiento muy fuerte que cuando terminó no supe como poder salir adelante. Tu partida me dejó un agujero muy grande en mi pecho, sintiéndome devastada por tu amor. No podía entender como tanto amor podía terminar de golpe. Te juro que desee nunca haberte conocido, nunca haber sentido tus besos o tus caricias; deseo mucho no haber creído en tus palabras, ni en ese para siempre que me dijiste una vez en nuestra relación.
Tu adiós marcó mi vida, sufrí mucho cuando te despediste de mí. No soportaba el aire que respiraba porque cada inhalación era un puñete que me recordaba a que ya no te encuentras a mi lado. La lluvia era un fiel acompañante de mi soledad, de mi tristeza.
Y así fue pasando el tiempo, cada mañana para mí era una nueva prueba, que no recibiría tus saludos de buenos días, que no te iba a ver en la tarde y las noches no te ibas a quedar conmigo en mi cama recostado.
Con el tiempo comencé a comprender que la vida es corta, que no podía seguir pasándome todo el día pensando en ese dolor, llorando por tu partida. Era en vano buscar alternativas para regresar con alguien que me abandono. Tenía que dedicarme a mí misma, tenía que comenzar a conocerme, a salir adelante por mí, por mí felicidad. Fue muy difícil, pero me decidí en darme una oportunidad de escucharme y entenderme, de ver mis necesidades como algo prioritario.
Comencé a sentirme mejor, a sentirme completa, realizada, me encontraba tan bien. Hasta que un día decidiste llegar de la nada, me dijiste que estabas arrepentido, que lo nuestro había sido lo más increíble que viviste y que quieres volver con ese romance, pero mejorarlo en todos sus sentidos. Dijiste que deseabas de todo corazón que te diera una nueva oportunidad y que esta vez no iba a meter la pata, que ibas a ser todo lo posible por formar una relación saludable. Pero sentí algo en mí que había cambiado por completo: no era que no sintiera tu arrepentimiento, tal vez era real. El hecho es que si no había funcionado la primera vez no iba a ocurrir nunca más.
Ahora sé que si un hombre me ama de verdad hará todo lo posible para hacerme feliz, que no debo estar rogando atención o cariño a nadie, que el amor se da por sí sólo, buscando la armonía y la estabilidad entre las dos personas. Ese cariño que te tuve se había roto, y ahora sólo me quedaban ganas de marcharme y emprender una nueva búsqueda.
Debes entender que nada puede ser igual, y que una persona no te espera para toda la vida. Cuando uno se descubre y siente amor propio es bien difícil que tenga la misma mentalidad de la de antes. Espero que entiendas mi decisión, así como en su momento tuve que aceptar la tuya. Tengo que irme porque quiero ser feliz y sé que mi felicidad no es estar a tu lado. Ya no eres a quien busco.