Detener tu vida por una persona a la que tu ausencia o presencia le resulta exactamente igual, no es más que un reflejo de la falta de amor propio y dignidad. El tema de detener nuestra vida por otra persona, es complicado, porque incluso, detenerla por alguien que sí pone pausa por nosotros, es una malformación del concepto del amor.

De hecho, amar se basa en reconocer que podemos seguir adelante sin una persona, a pesar de que queramos estar con ella. Me refiero a que, aún estando juntos, cada uno reconoce la capacidad del otro por ser independiente, y valora el hecho de que lo sea, porque se está amando a una persona capaz de superarse, capaz de mejorar y de siempre ser independiente.
El amor no es sinónimo de dependencia o de amarre. Debemos quitarnos esa falsa idea de que, por estar amando, debemos entregar todos nuestros planes de vida a la pareja. El individualismo dentro de una relación es sano siempre y cuando se encuentre en equilibrio con el cariño ajeno que ofrecemos a los demás.
La idea es que puedas amar, gracias a que te amas a ti misma. El amor que se reparte a los demás, debe nacer de algún lugar, y ese lugar es tu propia dignidad. Una persona que no se ama a sí misma, es propensa a confundir cualquier muestra de cariño, por insignificante que sea, con amor verdadero. Esto se debe a que las personas sin dignidad están vacías y no tienen como reconocer el amor verdadero, pues, el amor propio, funciona como un espejo en el cual, las acciones de amor real, se reflejan en tu interior.