A cada instante nos vemos sumergidos en este mundo superfluo que insiste en señalar a las personas solo por cómo se ven por fuera y no por lo que son por dentro, y quizás esta sea la razón por la que existen tantas relaciones fallidas entre parejas, pues ninguna parece adaptarse a lo que
realmente importa que son los sentimientos y las conexiones reales.
Todos sabemos que el físico es pasajero pero no deja de ser el primer enfoque de las personas a la hora de elegir pareja. Sin embargo, a pesar de todo esto, la verdad siempre buscará imponerse, por tanto pese a todas estas afirmaciones dichas, la realidad es que son nuestras expresiones emocionales las que pueden hacer que nos veamos atractivos para algunas personas.
Hay que recordar que cuando una persona intenta sostener una relación amorosa con nosotros, lo que busca es estar con alguien que le pueda entender, alguien con quien compartir sus ideas, su visión de la vida, alguien que de alguna manera le haga sentir esa buena vibra que no siente con nadie más y ante eso no hay físico que valga.
Un estudio psicológico realizado por la profesora de Neurociencia Social y Afectiva de la Universidad de Lübeck en Alemania, Silke Anders, mostró a un grupo de voluntarios que debían ver videos de mujeres que expresaban tristeza o miedo para luego calificarlos. Los resultados indicaron una correlación positiva entre qué tan bien los voluntarios entendieron los sentimientos de las personas que vieron en los videos y cuán atractivos los encontraron.
Además, estos resultados también arrojaron cómo la parte del cerebro que se encargan de la atracción, se activaba cuando veía a las personas que podían entender. Dicho esto podemos afirmar entonces que la atracción entre dos personas solo se da no por las cualidades físicas que tengan sino porque ambas puedan hablar el mismo idioma y por idioma nos referimos a esa comunicación que les permita adaptarse como si se tratara de una especie de sociedad.
Si nos seguimos ocupando solo de cómo nos vemos por fuera podemos terminar deprimiéndonos pues nunca seremos los suficientemente atractivos para aceptarnos a nosotros mismos. Por tanto, es hora de invertir nuestros esfuerzos en mejorar nuestros atractivos internos que al final de todo son los únicos atractivos que cuentan y que te pueden hacer sentir verdaderamente feliz.