Dejemos de ponerle una cruz a cupido en los hombros y echar la culpa al amor. Si no supimos escoger, si no tuvimos suerte con un príncipe azul, si la persona que elegimos fue un hábil maestro del engaño, no culpes al amor, que este no determina el valor de las personas.
El amor es dilema, es confusión y es complicado, pero no es malo. Lo malo son las personas que, en el nombre del amor, cometen toda clase de barbaridades. Pasa lo mismo con la política y la religión, lo malo no es eso, lo malo son los que, en nombre del socialismo, capitalismo o el islam y el cristianismo, terminan destruyendo todo lo que se les cruza por al frente.
Enfoquemos nuestro juicio de mejor manera, que por un idiota no puedes renunciar aquello que nos hace más humano, sí, el amor es eso que nos hace persona, al igual que la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Solo los débiles sucumben al “Yo no amo más porque me lastimaron”. Solo los fuertes demuestran que, aunque hayan tropezado con una piedra, pueden levantarse y andar por un camino distinto, donde pueden avanzar de a poco, pero de forma segura.
El amor da empuje a las mejores cosas, inspira al cobarde a ser valiente, da felicidad al que está deprimido y reanima al que está moribundo. Del amor, emana las ganas de vivir la vida. Escoge sabiamente a quien darle eso, porque si tú no valoras el delicado equilibrio que yace dentro de esta gran virtud humana, nadie lo hará por ti.