En mi país, usamos la frase “Me mueve el piso”, cuando nos referimos a alguien que causa ciertas emociones fuertes en nosotros, la mayoría de estas emociones son solo deseo y curiosidad. Pero, esto cualquier persona puede hacerlo, solo basta una cara bonita o una labia fuerte para que alguien pueda causarnos cierto interés y así poder decir que ese alguien nos está moviendo el piso.
Por otra parte, están las raras ocasiones en las que alguien crea algo más que un simple efecto de atracción en nosotros y empieza a penetrar en nuestro corazón, atravesando nuestros ojos, piel y entrañas. Esas personas no dependen del tiempo para llegar a enamorarnos de verdad, sino de la calidad de éste.
Quizá le llames química o destino, pero cuando conseguimos a alguien realmente especial, lo sentimos en el pecho y nos da una gran sensación de seguridad y plenitud que no equipara con casi nada.
Las personas que se esfuerzan en llegar a nuestro corazón, son las que merecemos en la vida, no ha cualquier pendejo que venga y nos parezca encantador. No, no podemos abrirle la puerta a alguien solo porque nos llamó la atención, tiene que haber algo más.
Nuestra facilidad de dejar entrar personas a nuestra vida íntima es proporcional a nuestra propia dignidad. Así que, mientras más digna seas, más exigirás a esa persona que haga y demuestre que de verdad es valiosa y al mismo tiempo, que demuestre que realmente le importas. En cambio, de no poseer una buena dignidad y amor propio, terminarás abriéndole la puerta a cualquiera que te “mueva el piso”.