Hoy se pinta como un día cotidiano más en mi vida.
Debo despertar a la hora de siempre, preparar el desayuno como le gusta a los niños, alistarlos para el colegio, fregar, limpiar y limpiar, hacer el café.
Al mediodía, buscarlos en el colegio, seguir limpiando y preparar el almuerzo, lavar la ropa.
Y en la noche, lo mismo otra vez. Es un círculo que se repite y nunca termina.

Y así, como mi vida diaria, también está mi relación contigo.
Todo es frío, distante y profundamente automático. Todo se da por inercia. Hasta hacer el amor se nos ha tornado algo absolutamente cíclico.
Y es cuando me muero de ganas de darle un vuelco a mi vida y sentir una pizca de cariño otra vez.
Es cuando quiero dejar de ser una autómata para ser humana de nuevo, para vivir y sentir como sienten los enamorados.

Esta noche de frío, como muchas, es cuando más necesito un fuerte abrazo, de esos que llenan el alma, para recordarme lo que soy y mi posición en el mundo.
¿En qué nos hemos convertido a lo largo de los años? ¿Por qué hemos perdido la magia y la capacidad de sorprendernos?
Es tiempo de darle un vuelco a nuestras vidas y empezar a amarnos tiernamente como al principio y que esos abrazos y esos besos profundos no se acaben jamás…