Parte del aprendizaje de la vida es la duda, este sentimiento nos despierta la necesidad de confiar. Pero no resulta sencillo disfrutar cada instante que experimentamos junto a alguien o atravesar una situación determinada, si no nos sentimos cómodos o nos genera sufrimiento.
A todos nos ha sucedido una vez o muchas veces, que luego que terminamos una relación, de cualquier índole, de pareja, laboral, de amistad, entre otras, reconocemos finalmente cual era el verdadero sentido de esa relación. La alegría o el sufrimiento que nos causó fue parte de una enseñanza que generalmente entendemos mucho después de haberla vivido.
Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida. Mario Benedetti
Muchas de nuestras experiencias solo las hacemos consciencia cuando estamos a punto de revivir o repetir lo vivido, las usamos de ejemplo, de referencia o a modo comparativo, es entonces cuando vislumbramos finalmente la enseñanza dejada por esa situación o persona.
Ocurre que por más que deseemos que algo termine o continúe, esta persona o situación en nuestra vida solo partirá de nuestra vida cuando nos haya transmitido su enseñanza; esto no quiere decir que debemos ser capaces de comprender esta enseñanza para que deba abandonarnos, muchas veces sencillamente desaparece y solo nos queda el vacío, o simplemente se extiende y perpetúa nuestro sufrimiento, pero existe una gran diferencia si tratamos de vislumbrar el verdadero sentido de lo que nos está pasando.
De mucha ayuda resulta no adelantarse a juzgar ninguna situación o persona, evitar los prejuicios nos esclarece el camino, nos hace imparciales y un tanto más objetivos ante un hecho que afrontamos, esto nos permitirá probablemente tener una mente más clara y fresca abierta y dispuesta a recibir lo enseñado.
Por otra parte está la imperiosa necesidad de vivir experimentando el presente, no tiene sentido tratar de entender algo que ya sucedió o que no ha sucedido, vivir atento al presente nos brinda la maravillosa oportunidad de no perder detalle, de percibir toda la energía que se nos presenta, de saber escuchar, de disfrutar el silencio de instantes, esto nos dará la calma para aceptar lo que se muestra ante nuestros ojos.
Fuente. Rincón del Tibet