Amar es un sentimiento totalmente bueno, que sin darnos cuenta lo sentimos desde que nacemos, junto a nuestras familias. Es mayormente maravilloso porque es un sentimiento que es compartido y no tiene límite en cuánto al sentirlo.
Sin embargo, amar tiene un costo elevado, del cual uno debe estar preparado para no decaer emocionalmente, lo que lleva a casos extremos en los que las personas quedan destruidas por muchos años.
Lo malo de todo esto, es que la preparación que debemos tener no la tenemos a partir de la familia, por lo menos no en la mayoría de los casos, que es un error que todos cometemos y es muy grave y perjudicial para nuestro futuro.
La mayoría de las personas, generalmente en la etapa de la adolescencia, que es la etapa en la que más sentimientos son reunidos dentro de uno haciéndonos sentir cosas nuevas que nunca habíamos sentido antes.
Tienden a confrontar estas adversidades en cuánto al amor, el cual tiene consecuencias un poco altas, dependiendo de cómo las tomes, para toda aquella persona que haya decidido amar.
Amar es preocuparse por la otra persona, es pensar en ella antes que en ti mismo y siempre dar lo mejor para que esa persona esté bien. Lo cual no se malo mientras la otra persona también sienta y haga lo mismo que tú haces.
Exceptuando que cada persona tiene su forma de demostrar su amor, al final todos debemos sentirnos cómodos y “amados”, que es algo que solamente puede sentirse y no explicarse.
Pero el problema toma lugar, cuando ocurre alguna desilusión que rompa algún lazo amoroso, puede ser una pérdida familiar, alguna ruptura amorosa, la pérdida de un amigo cercano, entre muchos otros ejemplos.
Esto ocasiona en nosotros un sentimiento enorme y profundo de dolor, decepción, sufrimiento, angustia, ansiedad, que no nos permite hacer las cosas que hacíamos antes de estar así.
Es una pared que se interpone en nuestro avance laboral, emocional, espiritual, que impide que puedas seguir con tu vida con la cabeza en alto y afrontar los problemas que se presenten.
Normalmente no estamos preparados para alguna desilusión amorosa, cuando esta ocurre por primera vez, es en ese momento en el que la persona se conoce realmente y descubre cómo reacciona ante momentos de tanta preocupación.
Después de la primera vez, la persona ya sabe cómo actuó ante la angustia anterior, sabe qué factores son los que ocasionaron que esa decepción le llegara más profunda al corazón.
Esto no indica que ya no vaya a sentir el dolor al ocurrir alguna otra pérdida u otra decepción. Pero sí sabrá cómo afrontarla con mayor rapidez para no perder más tiempo, conocerse aún más, y continuar con su vida para alcanzar sus metas.
No son motivos para temer al amor, las consecuencias son sentimientos que sin duda valen la pena afrontar, pues sin dolor no hay amor y sin amor, somos nada.