No es nada fácil poder perdonar a alguien que nos ha hecho daño, es un sentimiento muy noble y no crees en un principio que se lo merece. El olvido no existe, si acaso, trasladándolo al rincón menos accesible de nuestro corazón; es donde se piensa en una venganza, en el placer de hacer “pagar” por lo que nos hicieron. “Ojo por ojo, diente por diente” ¿Pero es la venganza una herramienta de la cual deberíamos hacer uso para sentir satisfacción?
La venganza siempre nos va parecer mucho más atractiva. Ese deseo nos roba la energía que deberíamos emplearlo en nosotras mismas para desintoxicar nuestro corazón. Aun así, la rabia, el dolor y el sufrimiento no los quita nadie, tan sólo debemos darle tiempo de poder curar las heridas que tenemos por culpa de esa persona. Pero muchas veces cuando uno toma el camino de la venganza, las cosas no salen como nos gustaría, perjudicándonos al final a nosotros mismos.
Un caso de la vida real: Una esposa ofendida se enfrentó a la amante de su esposo. Al principio la venganza salió bien, porque tras el altercado, la amante lo dejó. Pero el esposo, ofendido y enfadado, se llenó de ira y odio hacia su esposa por haberse entrometido en su nueva relación. Así que, de la misma forma vengativa, tomó un arma y le disparó. Pero falló el tiro y le dio al niño de 9 años que ambos habían tenido juntos. El niño murió en instantes.
El deseo de vengarnos nos deja peor: Puede que sintamos que el deseo de venganza es tan fuerte que puede sentirse ofendida la otra persona, también intentando venganza y al final formando un círculo mortal que cualquier de los dos o los dos pueden salir más heridos que un inicio, empeorando las cosas. Al vengarte alejas más a la persona, continuando teniendo en mente a la persona que te hizo daño; y así, se le permite estar siempre presente, alimentando el deseo de venganza.
Hay mejores opciones que la venganza: la vida se encarga de compensar las buenas acciones, pero también existe el llamado karma que viene a ser el paso de factura de un mal proceder. Nosotros no somos nadie para juzgar a los demás, pero la vida se encarga de hacerlo, el destino el camino que tomó se encarga de hacerlo pagar por el daño que le hizo a una persona. Así que dejemos de pensar en cómo vengarnos de esa persona, no te preocupes el destino lo hará solito, porque todas las personas que hacen el mal, reciben ese mal a cambio.