Todos los seres humanos pasamos por circunstancias difíciles en algún momento. La vida con sus vaivenes nos enseña que algunas veces son de cal y otras de arenas, pero que de todo lo que pasamos podemos sacar algo bueno, alguna enseñanza.
“La vida es el perfecto equilibrio entre el bien y el mal”
En ocasiones vemos algunas personas que parecen ser frías o que son poco comunicativas, tendemos a juzgarlos y no comprendemos que quizá todo sea parte de una gran armadura que llevan.
A medida que pasan los años, nos volvemos más selectivos, las experiencias extremas nos dan fortaleza, pero también nos enseñan que tenemos que protegernos.
Tener fortaleza va mas allá de tener una gran musculatura o poder levantar grandes pesos, es más un significado global que parte de nuestro interior.
Cuando trabajamos esa parte que no se ve, pero que está allí, recordándonos todos los días que existe; esa parte espiritual que nos lleva a dos extremos: a disfrutar las cosas maravillosas que te regala la vida y que generalmente pasan desapercibidas o a vivir somatizando en tu cuerpo físico todo lo que te molesta, en estado de enfermedad, o afecciones en tu salud.
Cuando logramos esa conexión con nuestra parte interna y trabajamos desde y con nuestro interior, somos capaces de superar cualquier prueba que la vida nos imponga, pues nos hacemos fuertes.
No siempre es sano tener una coraza, eso no te hace más o menos fuerte. Toda experiencia hay que vivirla y sentirla, para poder identificarla como un aprendizaje y sacar de ella todo cuanto te ayude a avanzar y crecer.
Recuerda que el reconocimiento es la clave para la fortaleza.
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