Nuestras primeras experiencias son las de la infancia. Es en la niñez cuando se entreteje una red que conectará su mente y su cuerpo, lo que determinará el desarrollo de la capacidad de sentir y de amar.
Nuestro crecimiento emocional dependerá de nuestros primero intercambios emocionales, lo que nos enseñará a ver el mundo emocional y social que nos tiene preparado la vida.
Desde nuestra infancia, sembramos las semillas del amor de manera natural, lo que determinará que la capacidad de amar y ser amados crezcan de manera saludable y eso nos ayude a desarrollarnos.
¿Qué podemos hacer para criar niños felices y saludables?
Para lograr una salud emocional óptima, debemos cambiar la forma en la que se desarrolla su cerebro. A través del amor y la educación emocional fomentemos ciertas conexiones neuronales saludables a los niños.
Ejemplo, si hablamos de un niño que es tímido de naturaleza, suele provocar que los adultos lo sobreprotejan, haciendo que se vuelva ansiosos y perturbable con el paso del tiempo. Por ello, tenemos que desaprender de la educación emocional que hoy nos muestra hoy en día. Un niño tímido debe aprender a poner nombre a sus emociones y a enfrentar lo que le perturba, nadie tiene derecho de cortarle las alas.
Un adulto tiene que mostrarse empático con el niño, proponiéndole a su vez nuevos desafíos socio-emocionales permitiéndole evolucionar. Es decir, se debe proteger su salud emocional a través del desarrollo de sus características naturales.
Las claves básicas de una educación emocional saludable
- Es bueno que el niño se expresa, diga lo que siente para que sus padres puedan reforzar en donde él se encuentra vulnerable. Acompañado de las expresiones faciales, del tono de voz y del lenguaje corporal. La comunicación emocional es muy importante para su desarrollo.
- Los elogios son buenos pero tiene que haber un límite ya que uno niño puedo creerse invencible. Chocándole la realidad cuando sea mayor. Por ello se debe enseñar a querer a ellos mismos sin perder el respeto por los demás.
- Los niños también se estresan. No debemos protegerlos en exceso, debemos dejar que se expresen, se desahoguen y nos diga que es lo que siente. Ellos tienen que aprender a enfrentar estas dificultades naturales de tal forma que desarrollen nuevos caminos neurales que les permita adaptarse en el medio que viven.