Podré quedarme en la miseria, enferma y minusválida. Podré descender hasta lo más bajo que todo ser humano puede llegar. Podré tocar fondo, pero jamás seré tan infame como para caer en tus brazos una vez más.
Mi dignidad de mujer no tiene precio, es bueno que te convenzas de una vez por todas. Ni todo el lujo, comodidades y excesos que te acompañan valen la pena y la vergüenza que es estar a tu lado. Porque me cansé de ser humillada y defenestrada, me harté de ser disminuida como un perro faldero, ¡No más de tus degradaciones!
Ya basta del sufrimiento que me provocabas sin cesar. Ya basta del desengaño, de la mentira y el odio con el que me hundías. Ahora soy una mujer distinta, radiante, segura de mí misma y con nuevas fuerzas. Puedo valerme por mi cuenta y no te necesito nunca más. He renacido, y vengo con más fuerzas que nunca para demostrártelo.
Tu sonrisa sarcástica y burlona es una afrenta a mí, lo sé, porque no me crees capaz de lo que te digo. Pero, aunque no lo creas, es así y puedo demostrarlo: no necesito depender de un hombre deshonesto como tú para criar a mis hijos, salí adelante profesionalmente, tengo una carrera universitaria en mis manos, un hombre bueno que me ama con locura y mis propiedades me generan miles de dividendos anuales . En fin, no te necesito nunca más.
Así que no te confundas, porque ya no soy susceptible de caer en tus garras. Por más que lo intentes, te lo repito: no lo lograrás. He cambiado, y ahora el cielo es el límite para mí. Mientras yo vuelo alto, tú te quedas bien abajo, al fondo del abismo, llorando, pidiendo por mi regreso, pero no, mi estimado. ¿Arrodillarme yo, de nuevo, por el amor de un hombre? ¡De eso jamás!