Así como Gabriel García Márquez lo decía, me vas a extrañar incluso cuando esté sentada a tu lado, porque nunca me podrás tener de vuelta. Duda de mi amor propio, y acabarás extrañando el amor que te daba, porque mi dignidad, sigue intacta y mi voluntad permanece de pie.
Me vas a extrañar, así como decías que me extrañabas incluso cuando dormías y no aparecía en tus sueños. Me vas a extrañar más de lo que añora un perro a su dueño que le abandona. No me vas a extrañar porque yo lo quiera, me vas a extrañar porque tú has martillado sin cesar, las razones para irme de tu lado, empeñado en darle forma para que me largue.
Me vas a extrañar, no solo a mí, sino a mis besos, la manera en que te despertaba con sexo, vas a extrañar que te preparara el desayuno y vas a extrañar que estuviese ahí para cuando tuvieses un día oscuro en tu pecho.
Me vas a extrañar un día, una semana, un año y un millón de vidas enteras, porque no habrá manera en que vuelva al lugar donde me hiciste tanto daño, donde quisiste pasarme por encima y donde pretendiste que yo era tan débil como para no largarme de ese lugar, para no huir de tu lado.
Me vas a extrañar, porque tú hiciste que me fuese antes de tiempo. Me vas a extrañar porque olvidaste cómo extrañarme al estar contigo y, por ello, descuidaste el amor que te provocaba el miedo de dejarme ir. Me vas a extrañar tú, de una y mil maneras, y te compadezco, porque sé que yo, no te extrañaré.