¿Y tú, cuántos amigos tienes?
Hay quien se enorgullece de tener todo un ejército de amistades, nombres que coleccionar en las redes sociales, personas a las que apenas conocen, y que sin embargo, son esas que siempre les ofrecen un “like” en cada una de sus publicaciones.
Los buenos amigos no son sólo nombres y fotografías en las agendas de nuestros móviles. Son personas que atienden nuestras palabras y saben leer en nuestros gestos.
Son vidas que encajan con nuestras esquinas vacías, voces que llenan nuestros espacios en los malos y buenos momentos, son risas que relativizan problemas y personas con las que construir nuestros días.
Ahora bien… ¿cómo podríamos definir a los buenos amigos? No pienses en favores. La amistad no debe basarse solo en un “tú me das y yo te doy”. En ocasiones, más allá del apoyo, de la diversión o de la ayuda mutua, una buena amistad, una GRAN amistad, se basa también en el silencio, el espacio, y el tiempo.
Reflexionemos hoy sobre ello.
El lenguaje de los silencios
Seguro que te ha pasado alguna vez. Estar en una reunión con otras personas, y sentir verdadera incomodidad cuando aparece el silencio en el grupo.
Es entonces cuando surgen esos comentarios vacíos y huecos con los que aliviar el vacío de palabras, ahí donde se examinan los rostros sin saber muy bien qué hacer.
Es algo que no ocurre solo con desconocidos. Hay veces que sentimos esa misma incomodidad con algunos familiares o con compañeros de trabajo. Ahora bien… ¿a qué se debe?
En efecto: la desconfianza, a la vez que la inquietud. Es como si el silencio abriera las puertas a esos pensamientos callados que nos producen miedo… ¿me estará juzgando?, ¿qué estará pensando ahora de mi?
Con los buenos amigo esto no ocurre. Podríamos decir también, y a modo de reflexión, que las personas practicamos muy poco el valor del silencio.
Ahí donde las almas reposan tranquilas, donde la complicidad adquiere su auténtico sentido. Somos personas que no necesitamos de las palabras para estar unidas, para sentirnos bien. Los silencios son cómodos con las personas que queremos porque nos permitimos ser nosotros mismos con toda nuestra “autenticidad”, sin ser juzgados.
Fuente: Rincón de tibet