Mil veces intenté arreglar aquello que ni siquiera rompí.
Día a día, me empeñé en recoger las piezas y pegarlas con cariño.
Y estuve cerca, muy cerca, te lo juro. Pero siempre queda una cicatriz, una grieta y un pequeño espacio por donde se escapa el calor de tu corazón.
Me pregunté, qué era lo que estaba haciendo mal.
Y no hallé respuesta alguna.
No sabía si mi amor no era suficiente, o si estaba colocando las piezas en un orden incorrecto.
Yo te acepté así, con el corazón hecho trizas.
Me pareciste tan indefenso que hasta intenté colocarme en tus zapatos.
Pero, a veces sencillamente, hay personas que no quieren ser arregladas, o, en este caso, hay personas a las que no todos podemos arreglar.
Aprendí que no todos los corazones rotos los cura el amor. Se trata mucho más de quién lo haga, que del cómo lo haga.
No sé si es una forma de ser exigentes, apáticos o completamente idiotas y desconsiderados.
Pero lo que sí sé, es que me aburrí de intentar arreglar algo que yo ni siquiera rompí.
No hubiese pasado si, en medio de mi esfuerzo, tú me hubieses dado un poquito de crédito por lo que hacía.
Y sí, lo sé. Estoy consciente que el amor debe ser incondicional, pero ¿Hasta qué punto?
¿En qué momento uno debe aceptar que, si alguien no quiere darte su corazón, no puedes hacer nada más que retirarte con dignidad?
Y eso me revienta de rabia, me saca de mis casillas saber que hay gente que espera que, porque alguien más le rompió el corazón, tiene uno que venir a darlo todo de sí para ganarse la confianza sin esperar que el “dolido”, dé algo a cambio.
Lo siento mucho si choco con las ideas ajenas, pero considero que, incluso cuando tenemos el corazón roto, debemos saber decir “NO”, a quien intente arreglarlo. Porque si nos colocamos en un pedestal y pretendemos que todos deben escalar por nosotros y no hacer las cosas de manera equitativa, entonces estamos a un paso de la arrogancia y de quedarnos completamente solos.
Que te rompan el corazón, no es razón para jugar con el tiempo ajeno.
Por eso, yo me aburrí de perderlo contigo.