Quizá, hace 50 años atrás, el concepto de amor ciego pudo relacionarse con una idea romántica. Hoy, teniendo una idea más racional de lo que significa el amor, podemos decir que dicho concepto refleja una profunda falta de inteligencia emocional.
Amar ciegamente, acarrea ciertos peligros. El más importante de ellos, es el de la pérdida del amor propio y la dignidad.
El amor ciego implica andar por caminos desconocidos de la mano de un extraño. Sí, los amantes ciegos desconocen a la persona a quien se entrega en cuanto a sus defectos. Es decir, el amor ciego se sustenta en una ilusión, una aspiración propia del deseo.
Los amantes ciegos no tienen la cualidades de distinguir la realidad de la fantasía, y, precisamente por esa venda en los ojos, deciden seguir a una idealización de lo que anhelan, sin saber que tarde o temprano, esa fantasía que persiguen, se desmoronará.
El amor ciego es producto de la falta de amor propio. Si no somos capaces de ver lo valioso que somos, nuestros defectos y, en definitiva, nuestra esencia, no seremos capaces de ver el exterior. No podremos percatarnos de cómo están cocidas las cosas, las costuras de la vida y el los patrones que dan forma a la realidad.
Los peligros del amor ciego son, finalmente, la falta de reconocimiento de la realidad, la entrega plena incondicional a lo desconocido y, la muerte súbita de las fantasías que se buscaban mientras teníamos la venda en los ojos, siendo esto, fatal para nuestro deseo de amar nuevamente en un futuro.