Entiendo que estés incrédula respecto a lo que te digo, querida mía. Todos los hombres que se han ganado tu corazón te han provocado un profundo daño y te han dejado con los sentimientos hechos trizas. Puedo ser flexible con que no me creas, pero te demostraré que estás equivocada a través de mis acciones, de aquí en adelante.
Tus amigas te han dicho que estés alerta porque algunas personas –chismosos de oficio- les hicieron saber que yo solamente busco a las mujeres para “eso”. La verdad, amor mío, es que eso no es así, puesto que yo soy diferente. En primer lugar, he sido romántico contigo desde el principio, te he abordado a la antigua, con flores y cartas, te he arrancado sonrisas con bombones y muñecos, te he tratado con total respeto y dulzura y hasta me he animado a conocer a tus padres. Respóndeme, por favor, ¿Ese comportamiento es sospechoso?
No negaré que la gran mayoría de los hombres operan en base a satisfacer su carnalidad y para ello mienten y hacen hasta lo indecible para poder darle curso a su deseo. Pero no, princesa, yo no soy de esos que engañan y desprecian a las chicas que, genuinamente, les entregan su corazón. Yo no soy tan villano como para usar a una mujer, como si de un muñeco de hule se tratase, para darme placer y satisfacer mi narcisismo. No, amiga, no soy de esos. Te he demostrado lo contrario y debes creerme.
Tan sólo piensa: ¿Qué podría pasar entre nosotros si me das la oportunidad? Hasta ahora todo ha sido perfecto y maravilloso. Te has convertido en una amiga sincera y leal y no hacemos otra cosa que expresarnos amor y afecto. Así mismo, ambos hemos sentido una ternura sin precedentes que nos hace más dulce la vida y nos permite seguir adelante. Lo nuestro, sin duda, es algo distinto. Si ha funcionado tan bien, ¿Por qué no ir más allá?
No pretendo convencerte únicamente con palabras sino con acciones, mi amor. Así que te pido que me des la posibilidad de demostrarte todo lo que estoy dispuesto a darte si me das el chance de llegar a tu corazón. Existirán momentos tristes, como en todas las relaciones, pero con amor y sapiencia saldremos adelante, no me queda la menor duda. Dime, princesa mía, ¿Te atreves?