El engaño duele igual, venga como venga. Algunos ponen una cereza en el pastel antes de tirarlo al suelo, y lo único que tienen en común, es que es imposible perdonarlos. Pero venga, no quiero generalizar, que algunas personas si pueden hacerlo. En fin, estas son, los 5 tipos de infidelidad más comunes en una relación de pareja.
Directa:
Este es la infidelidad planeada, la que no deja cabida para el “Discúlpame, fue un error”. Las personas saben bien lo que harán antes de cometer la infidelidad, y la mayoría de las veces suele darse por un sentimiento de venganza o para buscar un motivo para terminar con la pareja.
Indirecta.
A diferencia de la anterior, no había una planificación previa al engaño. Esto suele darse cuando la persona sucumbe al deseo en cierto momento de “debilidad”. Los principales detonantes son una crisis de pareja, una noche de copas o un momento de sensibilidad. Sea cual sea el motivo, suele haber un arrepentimiento real por este tipo de infidelidad.
Online.
Con la llegada de las redes sociales, parece que, borrando el historial de mensajes, cualquiera es fiel. Del resto… Bueno. Se estima que hasta el 90% de las parejas actuales, ha sufrido algún tipo de infidelidad… 90%!! Es decir, casi nadie está absuelto de que su pareja chatee de manera indebida con otra persona, porque sí, la infidelidad online empieza desde un simple coqueteo, hasta videollamadas calientes.
Afectiva.
Este es quizá, el tipo de infidelidad con menos posibilidades de retorno por parte de quien engaña. El infiel se enamora de otra persona y, eventualmente, engaña a su pareja. La mayoría de las veces, no existe como tal una infidelidad, porque la persona al entablar un lazo afectivo, siente la obligación moral de alejarse de su pareja actual, rompiendo el lazo que los une y librándose de la acción de infidelidad.
Por adicción sexual.
La adicción sexual, conocida como ninfomanía en mujeres y satiriasis en hombres, es un trastorno del apetito sexual que produce un descontrol del mismo. El problema con la adicción sexual es que quien lo sufre, no puede ser siempre satisfecho por su pareja. Esta falta de satisfacción sexual lo empuja a saciar sus ganas con otras personas o, en el mejor de los casos, a través de la constante masturbación.