Las emociones aflictivas o negativas forman parte de nuestro registro emocional. La envidia, la frustración, la rabia, el rencor, la culpa, la decepción… Muchos sabemos a qué saben estos estados de ánimos, conocemos qué se siente conviviendo con ellos y cuánto territorio llegan a ocupar en nuestras vidas si los alimentamos.
Cuanto más poder le demos a estos estados emocionales, más incrementara la oscuridad de nuestro interior. Las emociones aflictivas o negativas dejaran de incrementar cuando nos detengamos de alimentarlas, para que eso suceda debemos sembrar en nosotros la semilla de la autorregulación de esta forma dejaremos de alimentarlas.
“Las emociones aflictivas tienen un lugar importante en nuestra vida”
Aunque deseamos arrancar todas esas emociones aflictivas, es algo que por lo general no podemos hacer. La tristeza, el miedo, la decepción o la rabia, forman parte de la vida de cada ser humano y es algo que no podemos evitar sentir, ya que estas forman parte de lo que somos. No podemos negar esas emociones que conforman por tanto parte de la esencia que nos define.
La clave reside en dos aspectos muy sencillos: en entender y en regular. Saber que existen, darles nombre, comprender y gestionar esos sentimientos negativas es lo mejor que podemos hacer para regular nuestro comportamiento.
Así como recibimos las emociones positivas, también demos recibir las negativas. Debemos convivir con aquellas emociones que nos pueden generar algo de daño pero eso sí, no dejemos que esta visita se extienda por largo tiempo.
“Controlar las emociones aflictivas como clave de bienestar”
Las emociones deben tener un valor adaptativo. Es decir, deben facilitarnos la adaptación a cada circunstancia de nuestro cada día. Por lo tanto, es aconsejable que nos volvamos en grandes gestores de estas complejas dimensiones internas. Transitar con ellas sin vetarlas, negarlas o arrancarlas de nuestro registro sentimental es clave para nuestro bienestar. Miremos cómo conseguirlo:
- Las emociones aflictivas aparecen a menudo con un marcador somático: molestias físicas, malestares… Debemos detectarlas, así como el rumor de esos pensamientos negativos con los que se acompañan.
- Entiende por qué aparecen y qué quieren decirte.
- Date tiempo: transita con ellas de forma relajada. La meditación puede ayudarte.
- Canalízalas y exprésalas. Habla con alguien, haz uso de la escritura terapéutica, haz algún deporte para liberar su tensión.
- Busca una estrategia para resolverlas. No dejes para mañana la molestia que sientes hoy, sé procativo con tus emociones.
Para finalizar, no olvidemos sin duda la sugerencia más importante: las emociones aflictivas son meras invitadas. Tal y como llegan, muchas de ellas se marcharán. No demos espacios permanentes a quienes en poco tiempo, pueden apropiarse de todo.