Muchas de las personas que acuden a consulta quieren cambiar su situación de malestar permanente, sin cambiarse a ellas mismas. Gran parte de la resistencia inicial a la psicoterapia que presentan estas personas tiene que ver con el miedo a aceptar lo que realmente les sucede. Algo curioso, porque lo mayoría de los cambios acertados pasan por reconocer con precisión el punto de partida.
Demasiadas personas sobrevaloran lo que no son e infravaloran lo que son. Parte de su dolor viene producido por la forma en la que se autoevalúan. A su vez, piensa que el dolor puede convertirnos en personas susceptibles y beligerantes.
Los cambios interiores preceden a los cambios exteriores
Cuando nuestras creencias se confrontan con las de otras personas o con circunstancias que se alejan de nuestra forma de ver las cosas solemos entrar en un recurrente malestar psicológico. Iniciar un proceso de cambio personal nos ayudará a centrarnos en nosotros mismos y nos alejará del victimismo, de la indignación y resignación.
La honestidad con nosotros mismos puede resultar muy dolorosa al principio, pero a medio plazo es muy liberadora. Nos permite afrontar la verdad acerca de quiénes somos y de cómo nos relacionamos con nuestro mundo interior. En realidad, nosotros somos los únicos capaces de perturbarnos a nosotros mismos.
Solo nosotros tenemos el poder de hacernos daño. A pesar de librarse en nuestra propia mente, esta guerra personal ilusoria nos provoca una serie de lastres emocionales como la culpabilidad, el rencor, el resentimiento, el odio, el castigo y el deseo de venganza. Todas están emociones son las que nos llegan a terapia, a veces disfrazadas de conflictos con los demás.
Estas emociones son el resultado de haber interpretado de forma excesiva y externa algunos hechos y emociones acontecidos en el pasado. El problema viene cuando estos hechos pasados nuestra condicionan red de relaciones en el presente, impidiéndonos avanzar. Piensa que solo cuando aceptas el pasado, podrás vivir el presente.
“No dejes que lo que no puedes hacer interfiera en lo que sí puedes hacer”
-John Wooden-
La paz viene del interior, no la busques en el exterior
Muchos de los pacientes que llegan consulta sitúan el foco de sus quejas en factores externos y poco controlables. Además, gran parte de esa desesperanza nace y se mantiene por una fijación excesiva en situaciones injustas sobre las que no se tiene ningún control.
Cuando no somos capaces de regular nuestros propios estados de ánimo, recurrimos con facilidad a culpar a los demás de nuestro malestar emocional. Al enfocarnos en los demás, estamos dejando en mano de otras personas nuestras emociones.
Fuente: La mente es maravillosa