Conocemos muy bien ciertas conductas que no son para nada saludables, tales como comer grasas en exceso, fumar cigarrillo y dormir poco. Existe suficiente evidencia científica sobre los efectos que estos comportamientos ejercen sobre nuestra salud física y mental.

Aunque tenemos el conocimiento sobre todo esto, la segunda parte de la historia se hace más complicada de asumir: la práctica. Cambiar nuestros hábitos no es fácil, y menos cuando se trata de aquellos que requieren varias semanas para instalarse.

Sin embargo, adentrarse en el mundo de la salud en pareja facilita este proceso, o al menos es lo que nos dice la ciencia. Por ejemplo, las parejas casadas tienen éxito en la medida en que adopten comportamientos saludables y protectores, tales como usar el cinturón de seguridad, comer variado y dormir lo suficiente. Es así que si uno de los miembros de la pareja mantiene buenos hábitos, es muy probable que el otro se contagie de ellos.

La influencia de la pareja se hace más fuerte cuando se trata de pasar de conductas poco saludables a unas más sanas, tratándose esta entonces de un importante factor de protección ante las diversas dolencias físicas que aquejan a la humanidad.

De igual manera, en el caso de la salud mental, tener una pareja estable nos ofrece la seguridad de sentirnos acompañados, queridos y apoyados en lo que emprendamos. Asimismo, nos mantiene más enfocados en lo que queremos, de mejor humor y trabajando a diario la tolerancia con las diferencias y la empatía con ese ser al que amamos.

Motivarnos en pareja no es lo mismo que hacerlo por uno mismo, así que es importante aprovechar la oportunidad de tener a un compañero con quien adentrarnos en el mundo de las buenas costumbres y alcanzar cambios duraderos.