Amar por desespero es peligroso. No hace falta que te explique el miedo y dolor que genera perder a alguien que amamos, aún más cuando somos de esas persas que nos apegamos y aferramos fuertemente, de esas que hacemos nudos de dependencia con los lazos amorosos. Esta manera de amar desesperadamente, es peligrosa y menos romántica de lo que parece.
No se trata de tener un corazón de piedra o de no mostrar los sentimientos, se trata de poseer la inteligencia emocional suficiente, para controlar dichos sentimientos y no dejarse llevar por ellos. Lo primero que debes saber es que el amor, no siempre se da como queremos, no siempre irá perfectamente y puede que esté atado a ciertos cambios.
Dichos cambios, serán buenos en la medida que el amor que haya entre ambas personas, sea real. Si hay un interés sincero por ambas partes, de mejorar como individuos para nutrir el bien común, entonces el amor nunca se acaba, porque hay una razón de peso, una razón real que lo mantiene vivo.
De lo contrario, si entramos a una relación donde aspiramos a puras fantasías, donde estamos viviendo de la idealización, esto, tarde o temprano, se desmoronará, porque las mentiras tienen patas cortas. No hace falta un engaño, el falso amor se destruye desde adentro, porque no tiene un soporte emocional sincero, no hay un interés que apunte a lo real, y al estar sujeto al mero deseo de lo ficticio, cuando este amor se ponga a prueba e intente sujetarse de algo, resbalará y caerá al vacío.
Por eso, no te desesperes por dar una muestra de afecto o recibirlas. El amor real se sustenta de acciones, sacrificio y decisiones en pro, del beneficio de la relación. Mientras dicho amor sea verdadero, todas estas cosas saldrán por sí solas.