No es lo mismo perder a alguien por el cual solo sientes una mera atracción, que perder al amor de tu vida.
Desprenderse de una relación que ha ido creciendo vertiginosamente en base a un supuesto amor verdadero no es fácil, pues en la relación, estamos dejando no solo nuestro tiempo, sino también, una parte profunda de nosotros.
No es fácil decir adiós, y menos, cuando nos vemos forzados ha hacerlo, porque no hay cosa que duela más, que una decepción de parte de la persona en la que teníamos toda nuestra fe depositada.
Sentimos que todo esfuerzo que realizamos para complacerle y hacerle feliz, no valió de nada en absoluto y nos parte el corazón en miles de pedazo cuando nos enteramos o enfrentamos a la realidad.
Se siente como si tu corazón se detuviese, como si el aire ya no entrar más a los pulmones y te desesperas.
En este momento, no sabes qué hacer, no piensas con claridad y los insultos pueden salir de tu boca como un río fuera de control.
No es para menos, pues nos enfrentamos a la idea de que esa persona a la que le hemos dado una parte de nosotros, se va, y no solo eso, sino que al irse, nos deja incompletas, porque se lleva consigo nuestro pedazo de alma, el cual ha sido cada vez más y más a través de los días y la calidad del tiempo juntos.
Pero… No flaquees. Es normal sentir esto, pero no te quedes estancada. No será la última vez que te sentirás tan amada ni tan enamorada. No será la última vez que alguien querrá contar las horas esperando a verte ni la última vez que alguien te diga un te amo sincero.
Que nadie cambie tu manera de amar, porque si te fallan al hacerlo, entonces quien pierde es quien falla y no tú.
Vive el presente y permite que vuelvan a amarte tantas veces como sea necesario hasta conseguir a alguien que lo haga de manera real… Honesta.
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