No quiero mentirte, no quiero decir que no fuimos un gran amor porque fuimos el mejor en su momento. Pudimos disfrutar de los placeres que nos otorgó la vida amorosa. Supimos aprovechar los momentos juntos, nuestra intimidad y nuestra pasión. Sentimos todo lo que teníamos que sentir; los abrazos acogedores, los besos apasionados, las acaricias suaves, las lindas palabras que nos decíamos, las largas e interesantes conversaciones que teníamos en las madrugadas mirando las estrellas con una bebida de compañía. En su momento todo fue perfecto, vivimos nuestra etapa del enamoramiento muy bien.
Pero llegó un momento en que sentimos que las cosas se fueron apagando poco a poco. Querías más estar con tus amigos que conmigo e igual era yo. Cuando parábamos juntos no teníamos temas de conversación. Comenzamos a sentir que los abrazos, los besos ya no nos prendía y nuestra intimidad comenzó a desgastarse.
Al inicio no teníamos ni idea porque nos había sucedido esto. Hasta que comenzamos a analizar nuestra relación y nos dimos cuenta que la rutina nos había consumido. Siempre era lo mismo, los momentos eran iguales siempre, no había alguna emoción. Nos habíamos puesto tan predecibles que nos aburríamos.
Quisimos salvar nuestra relación, pero nos dimos cuenta que era demasiado tarde. Cuando quisimos salvarlo, nuestro amor había cambiado. Ya no teníamos los mismos ánimos como lo tuvimos en un principio. Esas alegrías se habían terminado, ya nuestra pasión había disminuido y junto con ello nuestra llama del amor.
Tuvimos que tomar una decisión, de seguir intentándolo hasta poder llegar a sentir ese amor como lo sentimos en un inicio, con el peligro que no lo logremos y nos agarremos cólera terminando así por completo con nuestra relación lleno de odio e ira. O la otra opción de dejar las cosas como están y separarnos con ese poco cariño que nos tenemos. Irnos sin ningún rencor, sin ninguna ira. De forma pasiva, y pensar que en un futuro podamos ser amigos. Cuando nuestros sentimientos se encuentren más ordenados, poder retomar ese cariño y convertirlo en amistad.