Muchas personas suelen sentirse afectadas por la soledad. Sin embargo, la soledad en si misma, no es dañina y no debería causarnos pesar. De hecho, los filósofos griegos concordaban en que, es en soledad, donde el hombre descubre su propia identidad y refuerza sus lazos con su yo interno. Esto aumenta la confianza, la autoestima y el valor que le damos a nuestra propia dignidad.
Entonces ¿Por qué la soledad suele relacionarse con algo malo?
En realidad, no es la soledad lo que molesta a las personas, sino, la sensación de vacío. Lo irónico de la sensación de vacío, es que puede presentarse incluso, cuando estamos rodeados de cientos de personas y creemos contar con una docena de amigos.
El número de personas que te rodean, no determinan que tan lleno puedes sentirte. La sensación de vacío es una de las principales causas de depresión y trastornos emocionales, pero ¿Qué hace que nos sintamos así?
Esta sensación se provoca por una falta de reconocimiento interno, en otras palabras, una falta de amor propio. No amarse a sí mismo, hace que dentro de nosotros, no haya nada que nos haga valorar nuestra dignidad y, al mismo tiempo, perdemos la capacidad de saber, qué valor tiene cada persona en nuestra vida.
Esta falta de valores emocionales, viene seguida de un intento de llenado espiritual forzado. Creemos que tener 100 conocidos podrá quitarnos la sensación de vacío, porque no tenemos en cuenta que cada uno de ellos, tiene un valor específico en nuestras vidas. Aunque mal suene, simplemente utilizamos a estas personas para satisfacer una necesidad de mala manera y, por ende, fracasamos en el intento.
Es cuando nos damos cuenta que, quizá, solo en una persona, podemos encontrar todo lo que necesitamos, es decir: Un amigo, un confidente, alguien que nos diga lo que hacemos mal porque realmente quiere que seamos mejores personas y, en definitiva, una persona que nos ame de manera incondicional.
Conseguirás a ese alguien, en la medida que reconozcas que tú, vales tanto, para que solo una persona te baste en tu vida, para repartir tus riquezas emocionales. Es ahí donde radica la más grande diferencia, en que, a pesar de que tengamos 20 personas alrededor, si ninguno de ellos es digno de que nos abramos con él o ella, entonces es como si estuviésemos solos.
La forma más dura de estar en soledad, es estando en multitud, y aún así, sentirnos vacíos.