Aunque no lo creas, el desempleado tiene sus propias etapas psicológicas de desempleo por las cuales pasa. Todas ellas dependen del tiempo que esté la persona si un trabajo. La situación económica, presión social y el ocio en sí mismo, pueden afectar de manera negativa a la persona, dejando secuelas que pueden llegar a ser, en algún punto, difíciles de revertir.
Por ejemplo: Los indigentes que contaban con un trabajo estable, no llegaron a la calle apenas fueron despedidos o luego de haber renunciado. Indiferentemente de los motivos, ellos pasaron por estas tres etapas y su situación de calle es en gran parte, el resultado de la última etapa.
Las 3 etapas.
- Escepticismo y entusiasmo.
Al inicio, el primer impacto es un shock seguido de la calma. Casi nadie espera renunciar o, mucho menos, ser despedido. Cuando sucede, hay un breve desequilibrio emocional seguido de un entusiasmo.
Somos escépticos, pues nos creemos capaces de hallar otro trabajo y hasta nos entusiasmamos con la idea de empezar algo nuevo tras una semana sabatina la cual no suele faltar
- Estancamiento.
Cuando empezamos a darnos cuenta de que hallar un nuevo trabajo no es tan fácil como parece, empezamos a sentirnos estancados. Entre los 6 y 18 meses de desempleo, estar desempleados puede resultar doloroso. La persona empieza a llenarse de miedo y pesimismo y la ansiedad es un pan del día a día.
Es normal comenzar a sentirse frustrado y, sobre todo, irritado.
- Desesperanza y desinterés.
Pasado los 18 meses, la persona pierde la esperanza en hallar un trabajo, y, a no ser que cuente con un respaldo, como un familiar o pareja, la pasará muy mal.
De hecho, el desinterés hace que la sensación de desesperación se duerma y el “no me importa nada” surge.