En distintas ocasiones pasa que las virtudes o defectos son evidentes ante el mundo, menos para aquellas personas que los poseen. Cuando nos referíamos a las virtudes, el desconocimiento no desarrolla ninguna clase de daño colateral, solo sentirá el beneficio del buen acto y a lo largo de su vida cosechara el fruto de lo sembrado por medio de esas virtudes.
No obstante, cuando un ser humano es específicamente malvado y lo desconoce, no lo acepta o fácilmente se siente en equilibrio una buena persona, puede desarrollar múltiples problemas a aquellas personas que lo rodean, ya que se comportara desde su lado cruel, sin tener medidas las consecuencias y justificando sus actos, bajo el disfraz del beneficio y la amabilidad hacia los otros.
Las personas malvadas presentan este rasgo de ser ante sujetos que perciben débiles o indefensos, comúnmente la maldad viene acompañada de una emoción de superioridad, de sentirse más o mejores que otras personas, de una necesidad de poder y dominio y una necesidad imperiosa de imponer su voluntad.

Quienes tienen esta cualidad pueden asegurar que le están haciendo un favor a aquellos que se cruzan por su sendero, pueden desmoralizar la vida de los demás, pueden cortar alas de forma sigilosa, son expertos desmotivando, acabando con los sueños, lastimando y llenando corazones de desesperanza.
Este tipo de personas puede hacer ver y peor aún sentir a sus víctimas como sus victimarios, teniendo un don extremo para liberarse de responsabilidad y culpabilizar a otros individuos. Es fundamental, como en cualquier clase de maltrato, preservar la integridad de la persona la cual es la víctima, procurando si es preciso resaltar la a lejanía y procurar colocar en evidencia para quien maltrata de esta forma su aptitud, a fin de ayudar con lo que para ella está en su campo ciego.