El querer y desear, son impulsos del hombre que no siempre nos llevan a lo bueno. A veces, podemos querer tener algo, y no por ello, ese algo es bueno para nosotros. Por otra parte, la necesidad si corresponde al impulso por tener algo que hará bien a nuestra vida.
El universo actúa de formas que no comprendemos, nos da y nos quita de una manera que, a nuestro parecer, es aleatoria. Pero nada se va o llega porque sí, todo tiene su razón, incluso las cosas más insignificantes.
Lo mismo aplica para las personas que nos rodean. Podemos tener una agenda enorme de contactos, pero ¿Quiénes son realmente nuestros amigos? La vida, te dará a través del tiempo, la respuesta. Te darás cuenta que de poco en poco, muchos se irán, sin que se los pidas, simplemente, en la vida de ellos, tampoco harás falta.
Puede que, entre esas personas, algunas hayan ganado nuestro corazón, pero las acciones consientes e inconscientes de cada uno, hizo que eventualmente se alejara, y no por ello, tu vida terminó. Ganaste una experiencia, aprendiste algo de ese alguien y ahora eso es parte de ti.
Debemos tener algo en cuenta, y es que la permanencia de aquellos que necesitamos, también es temporal. Pueden venir a nuestra vida por un breve instante y enseñarnos lo que debemos aprender de ellos, y cuando esa “utilidad” que nos ofrece su presencia, acabe; el mismo destino se encargará de alejarles.
Podemos ver esto con el aspecto más natural de la vida, es decir, la muerte. La muerte es la inevitable despedida de todos aquellos que amamos y los que no. Pero, el universo deja el tiempo que haga falta a esos seres queridos, aunque creamos que se fueron muy pronto, tan pronto que no nos dio tiempo de disfrutar un poco más de sus presencias. Esa brevedad, e incluso, la despedida en sí mismo, tiene algo que ofrecer, y ese algo es solo lo que la vida considere que es suficiente para ti.
Por último, en nuestra vida no solo necesitamos gente que nos haga un bien directo. Es decir, aquellos que nunca nos dañan. También habrán personas que nos lastimen de formas muy duras, y aun así, les necesitamos por un tiempo, porque de ahí aprendemos cómo están puestas las dos caras de la moneda en la vida, luego, el tiempo se encargará de sacarles también.
Fuente: Rincón del Tibet.