La primera oportunidad se da a quienes conquisten el corazón. A esos que ven más allá de la piel, la carne y los huesos. A aquellos que saben que lo esencial es invisible a los ojos. La primera oportunidad se da en la medida que queramos entregarnos a un nuevo amor.
Sí, se niega muchas veces esta oportunidad porque la vida a veces no parece ser justa y simplemente, no todo los que gustan de ti, te tienen que gustar. El rechazo existe y debe asumirse con dignidad, sin embargo, cuando se da una primera oportunidad, debe guardarse como el tesoro más preciado, porque con él, se da tiempo irrecuperable, atención exclusiva y la capacidad de amar.
La segunda oportunidad es para los desafortunados o idiotas que no pudieron cuidar la primera de las oportunidades. Esta se gana, y requiere de un enorme esfuerzo para obtenerla. Honestamente, casi nadie la ofrece, y quien se niega a darla, está en su derecho, pues se trata del cuidado de la dignidad.
Todos debemos velar por nuestro amor propio, y las segundas oportunidades son un riesgo a tropezar con la misma piedra por segunda vez. Por eso, debe ganarse con el mayor de los esfuerzos posibles.
La tercera oportunidad, no existe.