Hermman Hesse, ganador del premio Nobel de Literatura de 1946, logró hablar en una de sus numerosas obras, sobre la perfecta e inquebrantable relación que había entre el amor y la felicidad.
“La felicidad es amor, no otra cosa. El que sabe amar es feliz”.
Hermann Hesse.
En soledad, y tras muchos años de analizarse así mismo, Hesse llegó a la conclusión de que la relación felicidad-amor y viceversa, estaba soldada y no podía quebrantarse con absolutamente nada.
Mucha gente puede argumentar cosas en contra, pues, según sean sus experiencias, tendrán una visión distinta sobre lo que es el amor. Pero, las visiones no cambian la realidad, pues, la verdad es la adecuación del entendimiento a esas realidades y no al revés.
En palabras más sencillas. Porque hayas tenido una mala experiencia en el amor, no significa que la relación felicidad-amor se quebrante. A veces, es simplemente que actuamos mal o escogemos a personas que no saben amar. El amor, así como es fuerte, es frágil, y dependerá exclusivamente de las palabras y acciones de los amantes.
Si dos personas se aman bien, es decir, se respetan y valoran la dignidad que hay entre ellos, no habrá razón para que ese amor se quebrante y termine convirtiéndose en una tortura. Hesse defiende al amor como una de las vías más próximas a alcanzar la felicidad, pues este es un estado de plenitud que el hombre busca por naturaleza.
El hombre nace solo con un propósito común. Es decir, todos, sin excepción, nacen con un objetivo común que es el de ser felices, y dicha felicidad se alcanza por medio del amor. No necesariamente el amor de pareja. Puedes amar a un hijo, a un hermano, a un amigo, pero lo importante es compartir. El hombre es incompleto en la medida que su vida no se comparte, pues, de amar lo que hace y no tener a alguien a quien compartirle su felicidad, entonces esa persona se sentirá incompleta. Recordemos que, así como la felicidad es una parte común de todos los seres humanos, también lo es el hecho de complementar a otras personas.
