Cuando nos sentamos a recordar todas las experiencias que hemos acumulado de desde que tenemos uso de conciencia, es usual que anhelemos devolver el tiempo, en ocasiones, para subsanar algunos errores o para revivir momentos de intensa alegría.
Cerramos los ojos y potenciamos los recuerdos a través de cada una de sus manifestaciones: olores, colores, movimientos, melodías, personas, todos piezas del rompecabezas del pasado, ese que a veces duele y a veces nos dibuja una ligera sonrisa.
A veces se ve estimulada por alguna imagen, aroma o sonido que nos hace rememorar momentos llenos de significado. Dependiendo de lo añejo del recuerdo, puede llegar con tonalidades opacas, como una de esas películas de las que tanto disfrutaron nuestros abuelos.
Hay lugares en los que alguna vez construimos un dulce recuerdo y que ya no existen en la realidad pero aún pululan en nuestra mente, y esto sin importar de dónde provengamos o hacia dónde vayamos, ni la edad que tengamos, ni el sexo, pues nada más el hecho de ser personas nos hace proclives a la añoranza.
A pesar de que la nostalgia puede verse como algo negativo en ocasiones, en otras nos puede ayudar a potenciar nuestro estado de bienestar. ¿De qué manera entonces nos es útil rememorar nuestro pasado?
- Estimula la aparición de emociones y sentimientos positivos
- Combate la sensación de desagrado asociada a la soledad
- Conecta con nuestro pasado y refuerza la creencia de que hoy somos resultado del mismo.
- Hace repensar el sentido de nuestra propia vida
- Ayuda a lidiar con la soledad como parte inexorable de nuestra existencia
- Permite tener una visión mejor de nosotros mismos al recordar los errores que cometimos en el pasado y que hoy hemos superado
- Invita a sentirnos agradecidos por todas las oportunidades que se nos han presentado de amar intensamente
Finalmente, revisar nuestro almacén de recuerdos de vez en cuando es parte de quienes somos y de lo que hacemos como seres humanos. Ya queda de nuestra parte ver si lo usamos a nuestro favor o en nuestra contra.