Ahora mismo las personas se preocupan tanto por presumir y complacer a los demás, que se pierden completamente de quiénes son. El ego y la vanidad seducen a cualquiera y cada vez nos alejamos más de las esencias.
Presumir, la droga más fuerte para el ego
Como dice en el principito “lo esencial es invisible a los ojos”, por eso las personas prefieren centrarse en todo aquello que sí pueden mostrar y presumir. Es como una droga para el ego el demostrar el “éxito” y vidas realmente envidiables, pero con el tiempo, quienes actúan de esta manera, pierden la noción de la realidad.
Las personas se concentran tanto en la vanidad y el ego que pronto se auto convencen de realidades que no existen. El que no tiene se cree dueño de todo, la persona más simple considera que está rodeada de enemigos que le envidian, el que nunca ha emprendido nada se cree un gurú del éxito y así sucesivamente. Simplemente están drogados, no tienen noción de la realidad, porque la presunción es una droga bastante fuerte.
Y como toda droga, la presunción causa daños terribles a mediano y largo plazo. Así como las drogas dañan el cuerpo y la mente de quienes consumen, la presunción daña la identidad y las relaciones de quienes viven de eso.
No vivas a través de una pantalla, hay un mundo por experimentar
Ahora hay quienes viajan solo por fotografiar los paisajes, hay quienes comen solo para compartir la fotografía de la comida, hay quienes se encuentran con amigos solo para presumir la dicha de la “amistad”. Ante todo esto nos preguntamos ¿realmente están viviendo?
Estas personas viven bajo la dictadura de las cámaras. No pueden vivir un momento sin capturarlo y presumir sobre ello. Qué bonito era cuando simplemente nos sentábamos a comer, cuando las reuniones con amigos no se convertían en una colección de fotografías, cuando viajábamos para experimentar la vida de manera más intensa.
Y no es que esté mal compartir uno que otro momento en redes sociales, pero si has llegado a sentir la ansiedad insaciable de tener que compartir todo lo que haces o vives, entonces ya eres adicto a la aprobación del colectivo. Quieres, a toda costa, demostrar que eres feliz.
La felicidad no se demuestra ni se comparte en redes sociales. No hay manera. Porque la felicidad se esconde en las esencias, y algo es seguro, en las redes sociales hay poca o ninguna esencia, solo apariencias.
Entonces ¿cómo escapar de ese monstruo insaciable que nos seduce a compartir todo y a aparentar? Niégate a ti mismo, muere un poco a eso, solo así encontrarás verdaderas esencias que te lleven al siguiente nivel, a experimentar la vida y tener las mejores fotografías de los momentos más memorables en tu cabeza. Serán tu tesoro para siempre.