La inseguridad es una forma de dudar sobre todo lo que se oye, ve, siente y piensa. Los antiguos filósofos griegos veían a la duda como la madre de las inspiraciones, pues de la duda, salían las más profundas preguntas sobre la existencia y propósito de las cosas, incluyendo, la del propio ser humano.
La inseguridad es un rasgo característico de las personas más inteligentes, pues esta, incentiva a la reflexión meticulosa sobre las cosas que se van conociendo y sobre el análisis de aquellas que aún no se conocen.
Son las personas más arrogantes y de menos astucia, las que con seguridad creen saberlo todo. Ellos no se preocupan por saber o aprender más, pues sienten que no lo necesitan y defienden a muerte sus propias ideas incluso, cuando no tienen ninguna racionalidad que las haga verdaderas o aceptables.
“La inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”
-Immanuel Kant-
Sin embargo, a pesar de que esto parezca una idea obvia, las personas inteligentes parecen aún sorprenderse con la cantidad de ignorantes que se ve día a día. A veces subestimamos el número de idiotas que hay en el mundo, decía el historiador María Carlo Cipolla, refiriéndose a que, de a poco, los ignorantes son cada vez más y los inteligentes se van considerando una minoría elitista, sobre todo para los gobiernos que desean mantener en ignorancia a su masa de seguidores.
“Solo sé, que no sé nada”
-Aristóteles-
Hay que siempre reflexionar desde la duda, desde el “No lo sé”. A partir de ahí, preguntarnos los cómo, dónde, por qué y cuándo de cada cosa. La inteligencia se refleja en la inseguridad y la duda, pero sobre todo, se refleja en nuestro apetito por descubrir el carácter y naturaleza de la realidad que nos rodea.