No pretendo ir a lanzar rosas a mi ex.
Tampoco a invitarla a salir y recordar lindos momentos.
No quiero ir a su casa y reprocharle todo lo malo que hizo.
Ni siquiera quiero mencionar la terrible forma en que fracasaba en la cama.
No porque me guste guardarme el rencor, lo cual ni siquiera siento.
Sino porque tengo la madurez suficiente para aceptar, que engancharme al pasado, no me deja nada bueno.
Y también, porque, aunque no la quiera ahora, ella fue una parte importante de mi vida.
Por ello, solo me queda agradecerle.
Le agradezco mucho los malos ratos, los gritos, las peleas, los dramas sin sentidos y los celos psicópatas.
Le agradezco los besos, los abrazos, los “te amo” sinceros, los detalles que tuvo conmigo y las veces que me esperó despierta hasta que llegara a casa.
Le agradezco los engaños y las verdades.
Le agradezco el tiempo que permaneció alejada de mí y las horas que me acompañó.
Le agradezco el sexo y el amor.
Le agradezco que siempre, ante todo, fue sincera, incluso cuando me mentía.
Le agradezco lo bueno y lo malo, porque darle crédito al odio, sería admitir que aún me importa el pasado.
Le agradezco lo bueno y lo malo, porque de ambas cosas aprendí muchísimo.
Le agradezco a mi ex, porque, aunque no quiera, ella ahora forma parte importante de lo que hoy soy, y esta versión de mí, es la que te entrego a ti.
Porque todas mis antiguas amantes, me moldearon de tal modo, que me perfeccionaron para que tú tuvieses la mejor versión de mí.
Por eso, no entro en conflicto con ellas, y espero que tú tampoco lo hagas, porque yo, también admiro a tus viejos amantes, los que te hicieron ser lo que hoy yo amo con tantas ansias.