Mientras el bruto grita, el inteligente, calla. Mientras más viejos nos hacemos, más comprendemos que hay muchísimas cosas en esta vida que simplemente no merecen nuestra atención. Nos percatamos del gasto de energía innecesario que ejercemos para ello y también, de que esa energía podemos dirigirla a algo que realmente requiera nuestra atención.
Debemos tener cuidado con la obsesión por querer controlar las cosas, el mundo y la manera de pensar de la gente, pues esta es la principal causa de que entremos en conflicto con las demás personas. Simplemente, no podemos controlar las ideas ajenas por muy contrarias que sean de las nuestras. Por ello, evitemos entrar en discusiones sin sentido e invirtamos el tiempo y nuestra energía en otras cosas que si puedan ser productivas.
Sé que la idea de pasar por alto todos los problemas, ideas contrarias, insultos y cualquier otra cosa que nos moleste, parece muy complicada de llevar a cabo, y efectivamente, lo es. Ignorar es un arte, es casi un estado mental que se alcanza con mucho esfuerzo y es casi una filosofía. Pero una vez que la pruebas, que te das cuenta que la verdadera felicidad está detrás del simplemente no discutir con nadie, entonces habrás pasado a un estado de plenitud del cual, solamente tú, podrás sacarte.
No debemos confundir el ignorar con la apatía o la indiferencia. Hay cosas que simplemente se ignoran porque tienen un carácter negativo que podemos evitar. Es decir, la naturaleza de algunas cosas, es simplemente NULA en nuestra vida, no aportan nada y lo único que quitan es nuestro tiempo. Pero hay ciertas cosas que no se pueden pasar por alto, como la pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa, etc. Estos eventos no podemos pasarlos por alto porque nos duelen, aunque lo neguemos, así que la única manera de superarlas es afrontarlas con gallardía y aceptarlas.
Recuerda algo, si alguien te da un regalo, y tú no lo aceptas, el regalo le sigue perteneciendo a la persona que te lo ofreció. Eso mismo sucede con los insultos, malas acciones y provocaciones de las personas. Simplemente, ignóralas y déjalas dentro de quien te las quiso dar.