Humillar a otros te hace miserable, no te hace fuerte.

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Humillar a otra persona es el acto más vil que puede haber. El hecho de que alguien le guste hacer sentir mal a otra persona a partir de sus debilidades, no es de valientes. Algunos, llegan a inventar defectos solo con el fin de hacer sentir mal a su víctima, sin darse cuenta, de que ellos son las únicas víctimas de su patética conducta.

Que el hecho de buscar fortaleza por medio del abuso a los demás, sea algo gratificante para ti, es un reflejo de la profunda falta de amor propio y respeto hacia ti mismo, porque uno siempre será el reflejo de lo que das, y si das odio y antipatía, posiblemente tu alma esté marchita.

Juntarte con personas que reconozcan tu valor y capacidades, es juntarse con personas valerosas y capaces. Por el mismo asunto del reflejo, pues, cada ser humano, reconoce con mayor facilidad las virtudes ajenas siempre que dentro de sí, también haya cosas buenas.

Quien necesita apagar la luz de los demás para hacerse notar con su brillo, entonces no brilla lo suficiente para hacerlo entre las demás personas. Esa es la forma más fácil de darte cuenta de que alguien puede o no ser valioso en tu vida.

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