Los seres humanos somos tan extraños a veces que necesitamos que nos hieran muchas veces para darnos cuenta de que tenemos rato tomando malas decisiones.
Y es que cuando pensamos con la cabeza caliente o el corazón tibio de tanto amor terminamos haciendo y diciendo cosas de las que podemos arrepentirnos luego. Mejor es esperar a tener la cabeza fría y pensar bien las cosas.

Nunca he pensado que el amor sea malo, ni siquiera luego de lo que me pasó contigo. Sin embargo, tomo la decisión de cerrar mi corazón para que nadie más le haga daño y así poder amar de manera inteligente y cauta.
Así mi cerebro tomará las mejores decisiones y evitaré entregarme de manera ciega e impulsiva al primero que llegue a prometerme el cielo entero con su luna y estrellas. Así no sufro por quienes me prometan la vida entera al segundo día de conocerme.

Al cerrar mi corazón aprendo finalmente a evitar la decepción y tengo más tiempo para aprovechar lo mejor que la vida tiene para darme y que por el dolor me he estado perdiendo de momentos infinitamente felices.
No quiero vivir hundida un minuto más en la fantasía de querer encontrar un príncipe azul. Quiero un hombre de verdad que sepa amarme desde sus capacidades y defectos, aceptando los míos y uniéndonos en un abrazo que selle lo que sentimos.