Si no eres un hombre con determinación, no te acerques con intenciones de amarme. Y es que por más que lo intentes no lograrás hacerlo de verdad.
Te preguntarás por qué, y es que la ausencia no es amiga de nadie, y el fantasma de lo que alguna vez fue sigue paseándose por mi memoria. Y es que para amarme piensas hacerte a un lado, y te pierdes de quien eres, de esa esencia que podría engalanar mis ojos.
Siempre que pretendemos juzgar un libro por su portada, casi nunca nos atrevemos a ver el contenido, y menos vamos a entender que aún hay páginas en blanco que abren la posibilidad de continuar escribiendo la historia. Y es que un relato que termina es sólo un ideal de un corazón que quiere dejar de sufrir.
Y si de verdad quieres una nueva oportunidad, atrévete a dibujarme en las curvaturas de tu cuerpo. Soy pintura entre tus dedos, impregnando las cerdas del pincel con el que pretendes dar color a tu grisácea vida.
Y si no quieres pintar, escríbeme en tu fantasía de escritor. Puedo ser la pluma galardonada con miles de premios, pero sin un puño firme que me sostenga y me incline de la manera correcta, no habrá manera alguna de que fluyan las letras.
Si sólo has sabido obrar desde el temor, es mejor que te vayas. Me costó mucho superar mis miedos como para tener que volver al pasado a pelear una batalla que no es mía.
Pensé en dar tiempo al tiempo, pero sin protegerme como es debido, el paso de los años lo que logró fue desgastar mi corazón y convertir los restos en algo que hoy no tiene forma clara.
Si no entiendes que para amar hay que ser fuertes, nunca podrás reparar lo que crees que está roto. Y es que hay cosas que simplemente están bien así, aunque no muchos las entiendan, pues a nadie hacen daño.
Ahora sólo deja que se apague la llama de lo que nunca fue. Deja que duerma el ideal soñado mil y un veces juntos. Pon pausa a la melodía que dictaba el ritmo de nuestros pasos y vuelve cuando quieras, sólo si vienes de la mano de la fuerza que necesitamos.