Los pensamientos y las palabras tienen el poder de decretar cosas maravillosas en nuestra vida, llevándonos a recorrer caminos que nos permitan crear las realidades acordes a lo que imaginamos y por la cual hemos luchado, esa que siempre hemos querido vivir.
Sin embargo, si estos pensamientos y palabras no están acompañados de acciones o hechos, pueden llegar a ser efímeros, desapareciendo tan rápido como se han pensado o dicho.
Un ejemplo cotidiano podría ser, expresarle a esa persona cuánto la queremos, decírselo constantemente, todos los días, pero esto no es suficiente, pues, a pesar de expresarlo, también debemos demostrarlo. Recordemos que los actos también son importantes, incluso más que las palabras.
Pues son los actos los que crean confianza, veracidad, respeto y admiración. Por el contrario, las palabras sólo dejan la expectativa de ser cumplidas y la incertidumbre de tener alguna o ninguna credibilidad.
En la vida, hay ciertas acciones que debemos ejercer para demostrar que nuestras palabras son certeras y tienen poder, sean creíbles, y poder causar una sensación de confianza. Profesar lo que decimos con lo que hacemos.
Aunque no nos demos cuenta, o quizás lo pasemos desapercibido, son los pequeños detalles del día a día que, aunque hagan poco ruido, llegan a lo más profundo del corazón de otras personas, y, en ocasiones, son capaces de recomponer por dentro, y sin darnos cuenta contribuir a aportar un poco de luz en la vida de otras personas.
Ser conscientes del valor de los hechos cotidianos, de esos pequeños detalles que son capaces de construir sonrisas auténticas, generar emociones intensas y empezar a construir nuestros sueños, son las acciones que debemos ejecutar diariamente.
En concordancia, la decencia nos enseña a comunicarnos con palabras, pero son las acciones las que consolidan el camino, llenan la vida y forjan las relaciones, de allí que el mejor método de enseñanza sea el ejemplo.
Así que lo más saludable, es procurar no llenar nuestra vida de vacíos, de palabras, de intenciones, que sean las acciones nuestro mejor respaldo, más vale el silencio sabio y las acciones certeras para convencer a un corazón decepcionado o averiado por alguna desdicha de la vida.