Sé que en este instante, quizás, me odies profundamente, ¿Pero qué le vamos a hacer, si así soy? Tengo un corazón muy grande y todas caben aquí, amor mío. Jamás le he negado nada a nadie, y menos aún soy capaz de permitirme decirle no a las mieles del amor. ¿Te molesta? Lo respeto, pero debes aceptarme como soy porque soy feliz así y no pienso cambiar.
Y es que no es para tanto, mujer. Todo esto es algo absolutamente normal en la vida. Nuestros abuelos y nuestros padres tuvieron sus aventuras fuera del lecho, y eso no impidió que fueran excelentes padres, esposos y abuelos, dedicados siempre al hogar. No debes temerle a una aventura de ese tipo y temer por el querer. La verdad, es que no se trata de eso, sino que es un asunto de romper con la monotonía y recuperar fuerzas vitales. Así que, ¿Por qué negarlo?
Yo conocí a “la otra” sin querer, para ser sincero contigo. Un día, a mi oficina de trabajo se apareció una muchacha jovencita solicitando un empleo urgente. Al principio, le permití la entrada con desgano, pensando que sería otra oferta laboral más, hasta que la ví. Quedé impactado con su profunda belleza, y tan fuerte fue la impresión que me quedé pasmado en la mesa, inmóvil. Había muerto y nacido de nuevo.
Intercambiamos los números, tuvimos un par de citas y, un día digamos que me pasé un poco de tragos y la cosa se puso un poco más física y carnal entre los dos. Pero no pasó más de ahí, amiga mía. Todo fue un mero encuentro, una mera satisfacción momentánea, y ya. En cambio, tú eres mi mujer, mi esposa, la madre de mis hijos, mi compañera, mi amiga. ¿Por qué es tan difícil para ti ver la diferencia? Ella es para pasar el rato, tú eres para siempre.
Todo esto que te digo puede ser muy fuerte para ti pero es momento que lo vayas comprendiendo mejor, porque no podemos seguir viviendo de este modo. Al final, amor mío, esa muchacha me gusta y quiero seguir viéndola a menudo porque ella me da vitalidad y me hace sentir un hombre nuevo. Al mismo tiempo, no quiero perder la estabilidad en mi hogar y quiero que todo continúe como siempre. Quizás no me entiendas, ¿Pero qué le vamos a hacer, si así nací?