Cuando iniciamos una relación podemos sentir de todo, las primeras emociones, los momentos más felices, el “te extraño” por dejarlo de ver unos días. Las ganas de querer estar siempre en sus brazos y no dejarlo ir en las despedidas de cada llamada en la noche. La emoción de verlo a lo lejos y sentir como el corazón se aceleraba al sentirlo cerca a uno.
Si todo era tan maravilloso ¿Por qué sentimos en un momento que el amor termina?
La respuesta fisiológica del amor
Han intentado explicar todo comportamiento de forma química, como hace el cerebro respondiendo con sustancias ante ciertos estímulos. Incluso esta reacción de enamorarse ha sido estudiada y analizada.
Existe una sustancia llamada feniletilamina, es la que hace que aumente nuestra energía y hace que se produzca más dopamina, la llamada hormona de la felicidad o del amor.
Esta sustancia está relacionada con la satisfacción y el placer, produciendo una sensación de euforia típica de los primeros meses de relación.
Crea una relación de intimidad y de deseo por seguir con la otra persona y mantener la pareja.
¿Nos acostumbramos al amor?
La producción de las sustancias mencionadas va decayendo mientras va pasando el tiempo. ¿Por qué? Básicamente porque nuestro cuerpo se acostumbra a dichas sustancias.
Al inicio, como es una sustancia nueva, la reacción es muy intensa ante dichas hormonas, pero una producción continua hace que el organismo se acostumbre y la respuesta disminuya, aun cuando las sustancias siguen estando en el cuerpo.
Esto ocurre al pasar los dos años, que es lo mucho que se considera como el final del enamoramiento.
En ese momento se producen otros tipos de componentes químicos, como las endorfinas, que producen una sensación de tranquilidad, comodidad o seguridad.
La siguiente etapa del amor ha llegado: Esta es la fase de la vinculación, del apego, de la convivencia, la intimidad, esto es según lo que dicen las parejas.
Lo que sí sabemos es que la relación cambia, y parece nuestro cuerpo no reacciona tanto con esa euforia y esas reacciones fisiológicas intensas, sino con una búsqueda de seguridad y de serenidad al lado de nuestra pareja.
El problema de todo esto surge cuando al creer ciegamente que el enamoramiento debe perdurar siempre y que, si no existen esas reacciones iniciales durante los siguientes años, es que el amor ha desaparecido.
Pues eso no es verdad. El amor no desaparece, sino que cambia y se adapta. Y debemos hacer lo mismo nosotros.