Tenía en aquel entonces 23 años, con sus sueños y sus miedos, dando sus primeros pasos fuera de la casa de sus padres. Viviendo sola en aquel entonces hacía dos semanas, siete años más tarde relata el episodio con vívido sentir:
“Estaba por bañarme, ya entrando a la ducha, y la veo, arriba mío, amenazante, caminando, horrible. En el techo de la ducha, te lo cuento y la vuelvo a ver. Se me nubló la vista, desesperación, pánico, la peor de las sensaciones posibles. Corrí, cerré la puerta y estaba en la calle… Sí, ¡¡¡desnuda, gritando en la puerta de la casa!!!
Por una arañita, chiquita, pero para mí gigante y súper poderosa. El policía de la esquina se acercó corriendo pensando que algo terrible había sucedido ( y en realidad para mí así había sido). No podía creer la historia de la araña, me preguntaba si había tomado alguna droga, me acompaño, la mató, me dio una toalla para que me cubra.
Fue horrible, vergonzante, ahí me di cuenta que no era un simple miedo a las arañas, que tenía una fobia. Pensaba que no había manera de vencerla, que no me quedaba más remedio que vivir con eso, pero acá estoy, voy a intentarlo.”
Como se presenta la fobia en la vida de un ser humano
El miedo desproporcionado e irracional: Ella sabe bien, ya que se halla en pleno uso de sus facultades mentales, que la araña es diminuta y totalmente inofensiva. Pero no puede hacerle frente al pánico que le genera y paraliza.
La sensación de impotencia gobierna la acción: El punto atemorizante se enviste de un gran poder extremo y el individuo que sufre la fobia se siente en un estado de absoluta desprotección. Se entrega y en este caso muy determinante la proporción de las fuerzas.
La angustia es masiva: No cabe ni es posible en el suceso del episodio fóbico colocar en manejo ninguna habilidad racional así como tampoco habilitar ninguna instancia reflexiva.
Alteraciones que produce el cuerpo al momento de sentir alguna fobia
Desde taquicardia, sudoración, opresión en el pecho, sensación de desvanecimiento, falta de aire.
En las fobias, el miedo es un monarca absoluto, el mundo anímico se derrumba y los recursos existentes para lidiar con la situación desaparecen completo. Es una lucha desigual, hasta que en algún punto la decisión de enfrentar el problema empieza a equilibrar la balanza.
El objetivo fobígeno (así se le nombra a la cosa o situación que queda completamente en nuestras cabezas como depositario del fenómeno fóbico) se elabora de distintas formas en nuestra mente, aumenta y cuando se instala es muy difícil removerlo.
Orígenes de la fobia
Depende de cada suceso, algunas veces es reactiva y consecuencia de un momento traumático vivido que queda conectada directa o indirectamente a lo que después se instalará como el objeto o situación temida.

Una persona que sufre el ataque de un perro siendo pequeño podrá pasar por un miedo exacerbado en su punto máximo cada vez que se consiga con estos animales. Esta clase de fobias pueden resultar en algunos momentos más fáciles de tratar ya que es específico y claro el comienzo del padecimiento.
Mucho más complejas son esas que se manifiestan como por “arte de magia”, como un resultado de los laberintos de la mente y con un punto de inicio difuso.
Los fragmentos fóbicos son caracterizados por una sensación de una gran y total soledad, es el individuo y su situación, todo el resto del planeta se esfuma, lo cual pasa a un segundo plano, el sufrimiento abarca todo el territorio en la mente y el sentir.
El secreto está en nunca bajar los brazos. De este modo de solucionar problemas que poseemos las personas en los tiempos que pasan, una manera común es la de no encarar y dejar para después las decisiones esenciales por tomar al infinito y más allá.
Pasa continuamente que quienes padecen de este tipo de condición se acostumbren, se resignen y traten de evadir aquellos episodios vinculados a este malestar. Lo sugerible es no invalidarte en extremo ni mucho menos y puedes llevar tu vida habitual a pesar de este padecimiento.
Formas para dejar la fobia
Actualmente hay distintos abordajes terapéuticos dentro de las conocidas “corrientes alternativas” apoyados en las transformaciones o modificaciones desarrolladas desde comportamientos positivos para manejar esta clase de padecimiento.
Las tácticas conductuales son totalmente eficaces mezcladas en si con un trabajo terapéutico profundo. Y claro, no quiere decir que es la terapia eterna, pero como dicen lo que rápido llega rápido se va. La mente elabora vericuetos complejos, levanta mecanismos de defensa que “nos protegen” del sufrir.
Algunas veces esta protección nos desarrolla un malestar mayor del que procura evitar, y el complejo es, una vez más, animarse por completo para batallar en contra de nuestros fantasmas, con la convicción de que tendremos más herramientas que las que vemos a simple vista.