La aplicación para envejecer tiene una política de privacidad que deja muchísimo que desear.
Si se pensaba que sólo Snapchat podía revivir gracias a los filtros de rostro, es una total equivocación. FaceApp, la app rusa que se hiciera viral el año 2017, volvió a la carga con un reto viral y, ahora, todos volvieron a usar nuevamente el filtro para envejecer.

Y es que, en lo que claramente no se pensó, porque realmente nadie lo piensa, es en el uso de los datos personales. Como ya ocurrió con Meitu en el pasado, desde hace dos (2) años que se viene cuestionando la manera en que FaceApp usa y comparte los datos con terceros.
Lo cierto es que la política de privacidad de la aplicación deja muchísimo que desear. A saber, dicha política no ha sido actualizada desde el 20 de enero del 2017, y es de por sí bastante ambigua en sus definiciones.
Los datos que recolecta Faceapp
Según datos recolectados por el sitio Hipertextual, la aplicación envía a sus servidores tanto fotos como vídeos generados por el usuario. Además, recolecta información del comportamiento del usuario, como las cookies o la ID del dispositivo que éste esté usando, de manera de entregarle al usuario contenido personalizado y publicidad.
Por supuesto, hay un tipo de información que está en un área gris, porque técnicamente FaceApp no la está usando para nada más: la información biométrica del rostro, la que en otras circunstancias, puede ser usada para identificar al usuario.

Por suerte, FaceApp dice no vender la información a terceros como Facebook. Sin embargo, puede compartirla con empresas del mismo grupo o “afiliados”. Asimismo, si FaceApp es comprada o disuelta en otra compañía, dicha información se podría transferir legalmente a ella.
Es decir, que si una empresa como Facebook o Google -o un gigante chino- decidieran adquirir FaceApp, toda la información biométrica de todas las personas que hayan hecho uso de esta aplicación, quedarían potencialmente expuesta.
Existe otra área gris: la legislación. FaceApp asegura que sus servidores están en Estados Unidos y en otras regiones donde existan instalaciones de la empresa. Sin embargo, se advierte que la información podría pasar a otro país -como Rusia- donde la legislación respecto al uso y comercialización de los datos es diferente.
Eso quiere decir, que la empresa podría usar una triquiñuela legal para vender los datos, tal como Facebook.

Otro punto que no está claro, simplemente porque no está en su política, es lo que pasa con los datos si se da de baja del servicio o se cierra la cuenta.